martes, septiembre 06, 2005

Dos días en Estonia

Dos horas antes de la salida del barco, y tirados, yo en mi cama y mi hermano en el colchón en el suelo, compramos por internet (bendita tecnología) dos billetes de ida y vuelta a Tallin, con la compañía Nordic Jet Line; y así nos fuimos dos días a Estonia a disfrutar de la ciudad que nos encantó desde el primer momento. Una ciudad preciosa de estilo medieval del centro de europa (Rosa, te va a encantar, es tal y como imaginas Praga :-)).
.
Salimos el viernes 2 de agosto en el barco de las 12:25 pm y en hora y media ya estabamos en otro país. El viaje se hizo un poco largo a pesar del poco tiempo transcurrido, y además nos dio tiempo a los dos a echar una cabezadilla con el consiguiente dolor de cuello.
.
El primer día aprovechamos para ver la ciudad, pero tampoco nos dió tiempo a ver mucho porque entre llegar a la ciudad, comer y llegar a la oficina de turismo se nos fue el día, teniendo en cuenta que la mayor parte de las cosas para visitar cierran a las 18:00. En la oficina de turismo compramos dos Tallin Cards, que son unas trajetas de 24 hrs. que te dan acceso libre a todos los museos, transporte público, ...
.
Así que decidimos comprar la tarjeta para el sábado y de mientras, conocer la ciudad caminando por sus calles. Otra cosa no, pero caminar, más que un tonto. El sábado a la tarde ya conociamos la parte vieja de la ciudad como cualquiera que viva allí. Algo curioso de la parte vieja es que apenas hay movimiento durante la tarde-noche, por lo visto no hay nada no dedicado al turismo y por tanto se podía pasear tranquilamente por allí.
.
Tiene un montón de edificios muy bonitos, de diferentes estilos, siendo el que más llama la atención una catedral rusa de la que no recuerdo el nombre, de la cual tenemos fotos de día y de noche, y en la que pudimos asistir a la celebración de un matrimonio por el rito ortodoxo: curioso cuanto menos.
.
Otro edificio muy interesante es la iglesia de Saint Olav, con una torre acabada en punta tan alta que se puede divisar desde el puerto. Se puede subir hasta arriba, y por supuesto, hasta allí que me hizo subir mi hermano. 250 escalones en escalera de caracol, un martirio. No fue un infierno porque eso era lo que esperaba fuera. Arriba del todo se podía dar la vuelta a la torre, una vista preciosa de toda la ciudad, de hecho hay unas fotos geniales. Si bien la altura y la aparente (al menos para mí) precariedad de la barandilla que nos sujetaba (sigo jurando que había partes oxidadas, aunque Jandro lo niegue) y la tarima por la que caminabamos (eso eran cajas de frutas, digan lo que digan) hizo que tampoco apreciera la experiencia tanto como Jandro que disfruto de lo lindo.
.
Para dormir alquilamos un apartamento que estaba genial aunque lo que era la entrada daba un poco de respeto. El apartamento tenía dos habitaciones, con tres camas, tele, cocina completa y baño con lavadora y la bañera más grande que he visto.
.
Después de ver más cosas de la ciudad, descubrir miradores escondidos desde los que se divisaba perfectamente toda la ciudad, cenar en algún bar de la parte vieja y sacra otro montón de fotos (pq aquí se ha superado Jandro, ¡200 y pico fotos de los días!) nos fuimos para el apartamento donde a parte de dormir profundamente, estuve "nadando" en esa pedazo de pscina que teníamos.
.
A la mañana siguiente, y tras madrugar y devolver las llaves estuvimos viendo un montón de museos, galerías, exposiciones, iglesias... practicamente todos los sitios donde nos dejaban entrar gratis con la Tallin Card. Vimos el museo de historia militar, el marítimo, uno de minas reales desactivadas del que estaban a cargo dos viejillos -obviamente militares en el pasado- que por su ánimo se notaba que no recibían casi ninguna visita, varias torres... y ya a la tarde decidimos coger un autobús para ir a ver un monasterio en ruinas y una torre de telecomunicaciones desde la cual, en el piso 21, se puede divisar toda la ciudad.
.
El encontrar el bus fue una odisea porque no teníamos ningún mapa que aclarara donde paraban. Cuando por fin encontramos una parada de bus mirando el mapa y preguntando decidimos esperar al 8 que va a esos destinos. Pues tuvimos que esperar 45 minutos y no apareció ningún bus 8. Cuando decidimos irnos en busca de un taxi, aparece un bus 1A (otro de los que nos servían) y el viejillo que conducía, nos ve la cara de perdidos (porque sí, ese era el autobús, pero ¿y la parada?) nos dice que vayamos de frente, y según empezamos a correr en busca de la parada, nos dice que nada, mejor que subamos ahí mismo (estaba en un semáforo). Es el tío más simpático que me he encontrado en la vida. Tras decirnos que sí que va a Pirita (barrio al que queremos ir) se mete en un subterraneo (donde empezaba su recorrido) y en 35 segundos el autobús está abarrotado hasta los topes. Increíble, no he visto nada así en mi vida. Y se queda muchísima gente en la parada, y toda la que intenta o desiste de subir por el camino. No entendemos nada, hasta que a mitad de destino se baja casi todo el mundo cerca de un estadio. Vale, se nos ha pasado, justo ese día había concierto. En fin, mucho más tranquilos llegamos al monasterio que era muy bonito, pero como tampoco íbamos sobrados de tiempo, lo vemos, sacamos las fotos y nos vamos para la torre.
.
Tras varias peripecias logramos encontrar la torre y hay que joderse que estaba cerrada. Casi le da un pasmo a Jandro que era una de las cosas que más quería ver. Y eso que tuvimos que cruzar un bosque y bajarnos allí, pudiendonos haber quedado perdidos en vete tu a saber donde.
.
En fin, al final volvimos con tirmpo de sobra para poder comprar bebida para la fiesta de cumpleaños de Inés que era ese mismo día según volvieramos y para comer-cenar algo en el Hesburger, que es como McDonalds pero todo el mundo dice que sabe mejor (¿?) eso sí, nada más entrar estaba sonando Shock Me de Kiss.
.
De allí fuimos al puerto donde estuvimos viendo las tiendas, con precios no tan baratos como todo el mundo cuenta (de hecho no hemos comprado practicamente nada) y al barco, donde yo volví a echar una cabezadita, que me fue muy bien para aguantar despierta en la fiesta de Inés.
.
La fiesta estuvo bien, pero un poco de desorganización, un poco deasnimo por alguno que se autoinvitó, y el cansancio que llevabamos encima después de dos días caminando y subiendo y bajando, hizo que al final decidieramos irnos pronto a casa.
.
La verdad es que Tallin me pareció muy bonita y nos hizo muy buen tiempo, y además nos salió el viaje por 44€ ida y vuelta, de lo más barato que he visto comentando con otros que han ido antes. estoy dispuesta a repetir con aquellos que os vengais, siempre que el tiempo y el dinero acompañen.